Oración de la mañana de hoy 8 de mayo de 2024
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
En este nuevo día te alabo, mi Señor, desde el amanecer hasta que se ponga el sol, por la vida que me has dado y por la belleza de tu creación que se revela en cada detalle del mundo que me rodea. Tú, que eres mi Padre Celestial, fuente de toda sabiduría y amor, por favor abre mis ojos este día para ver las oportunidades de crecer y servir en tu nombre, y que mi corazón esté siempre dispuesto a responder a tu llamado con fe y arrojo.
Oh mi amado Dios, en el trabajo que realizo, te pido que guíes cada decisión y cada acción, que mi labor sea un reflejo de tu excelencia y tu bondad, y que pueda enfrentar cada desafío con la gracia que solo tú puedes proveer. En medio de la presión y las expectativas, que mi alma encuentre paz en tu presencia, y que esta paz se extienda a mis colegas y a todos aquellos que interactúen conmigo.
Te alabo, mi Señor, por la comunidad de fe a la que me has llamado, pues en cada hermano y hermana en Cristo, veo la manifestación de tu amor y paciencia. Ayúdame a contribuir a esta comunidad con un espíritu generoso y humilde, buscando no solo ser consolado, sino consolar; no solo ser comprendido, sino comprender; no solo ser amado, sino también amar, pues dando es como recibimos, y perdonando es como tú nos perdonas a nosotros.
Padre Celestial, en las interacciones con mi familia y amigos, te alabo por el regalo de la cercanía y el afecto que tengo hacia cada uno de ellos, por favor guía mis palabras y mis acciones para que sean constructoras de puentes y no de barreras. Señor, que mi hogar sea un refugio de amor y aceptación, donde cada uno pueda sentirse valorado y querido, y ayúdame a ser un ejemplo de tu amor y paciencia, especialmente en los momentos de tensión o desacuerdo entre nosotros.
Te alabo, Salvador mío, por tu presencia constante en mi vida, incluso en los momentos más oscuros y solitarios, y cuando la tristeza o el desánimo intenten apoderarse de mi corazón, que pueda recordar tu victoria sobre la cruz y encontrar fuerza en tu resurrección. Que mi esperanza esté siempre anclada en ti, y que esta esperanza sea una luz para aquellos que están atrapados en la desesperación.
Oh bendito Creador, te agradezco por las bendiciones que derramas cada día: por el aire que respiro, por el alimento que sustenta mi cuerpo, y por el techo que me cobija. Hazme consciente de las necesidades de aquellos que carecen de estas bendiciones básicas, e inspírame a actuar con compasión y generosidad, que pueda ser tus manos y pies en este mundo, sirviendo a los necesitados y defendiendo la justicia donde haya opresión.
Y al concluir este día Dios mío, cuando mire hacia atrás en las horas que han pasado, yo te seguiré alabando, por cada momento que viví bajo tu mirada. Finalmente te pido, que mi sueño sea tranquilo y reparador, y que al despertar, esté listo para comenzar un nuevo día para servirte, lleno de gratitud y alabanza por la promesa de tu nuevo amanecer.
Amén +
REFLEXIÓN
Queridos hermanos, en primer lugar, gracias por hacer esta oración de la mañana con nosotros. En la vida de fe, cada día nos presenta una nueva oportunidad para vivir en plena comunión con Dios, reconociendo su presencia en cada aspecto de nuestra existencia. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ver el mundo a través de los ojos de nuestro Salvador, buscando siempre reflejar su amor y su verdad en nuestras acciones y relaciones.
Jesús nos enseñó a través de sus palabras y ejemplos, cómo deberíamos vivir y tratar a los demás. En el Evangelio de Mateo, nos recuerda, “Todo lo que quieran que les hagan los demás, háganlo ustedes también por ellos” (Mateo 7:12). Esta regla de oro es fundamental en nuestra interacción diaria, invitándonos a actuar siempre con amor y respeto hacia los demás, sin importar las circunstancias.
En el ámbito laboral, enfrentamos constantemente desafíos y decisiones que pueden tentarnos a apartarnos de nuestros principios cristianos. Sin embargo, es precisamente en estos momentos donde la guía divina se vuelve crucial. Como Jesús nos instruyó en el sermón del monte, “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás les será añadido” (Mateo 6:33). Este consejo nos alienta a priorizar nuestros valores espirituales por encima de las ganancias materiales o el éxito profesional, confiando en que Dios proveerá lo necesario cuando vivimos de acuerdo a Su voluntad.
La vida familiar y las amistades también son campos fértiles para practicar la fe cristiana. En estas relaciones íntimas, tenemos numerosas oportunidades para practicar la paciencia, el perdón y el sacrificio—valores que Jesús demostró repetidamente. En Juan 13:34, Jesús nos da un mandamiento nuevo: “Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así deben amarse ustedes los unos a los otros”. Este amor, que busca siempre el bien del otro, es el que debe guiar todas nuestras interacciones.
En momentos de soledad o desafío, la oración se convierte en nuestra fuente de consuelo y fortaleza. Jesús mismo buscó momentos de soledad para orar a su Padre, especialmente en momentos cruciales de su ministerio. En estos encuentros personales con Dios, encontramos la fuerza para continuar nuestro camino y enfrentar los desafíos con renovado vigor y esperanza.
En resumen, la vida cristiana es un llamado constante a vivir de manera consciente y deliberada, buscando en cada acción y decisión reflejar el amor, la justicia y la misericordia de Cristo. Al hacerlo, no solo transformamos nuestras propias vidas, sino que también contribuimos a la transformación del mundo a nuestro alrededor.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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