ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY 18 DE JULIO – CONFIO EN TI SEÑOR – OREMOS CON AMOR
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
Confío en ti, Señor, al comenzar este día que tú has creado especialmente para nosotros. Mi corazón se despierta con una oración de gratitud y un profundo reconocimiento de tu omnipotencia. Tú, que guías los cielos y la tierra, guía también cada paso que doy, ilumina mi camino con la luz de tu sabiduría y llena mi corazón con la paz que solo puedo encontrar en tu presencia.
En las tareas y desafíos de este día, deposito mi confianza en ti, mi Dios, pues sé que no todos los momentos serán fáciles, ni todas las decisiones serán claras, pero confío en tu providencia y en tu amor que nunca falla, por eso dame la fortaleza para enfrentar las pruebas y la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Confío en ti, Señor, para que me des la sabiduría necesaria para actuar justamente y elegir el bien en cada situación.
En mis interacciones con los demás, te pido, amado Dios, que mis palabras y acciones reflejen tu amor y tu misericordia. Que pueda ser un instrumento de tu paz en el mundo, llevando consuelo donde haya dolor y esperanza donde haya desesperación y ayúdame a ser paciente y comprensivo, rápido para escuchar y lento para juzgar. Confío en ti, Señor, para obrar a través de mí, extendiendo tu gracia a aquellos que encuentro cada día.
Bendito Creador, en momentos de incertidumbre o miedo, cuando las sombras parecen oscurecer mi fe, sostenme con tu mano poderosa, recuérdame que no debo temer, porque tú estás conmigo y yo, no me angustiaré, porque tú eres mi Dios. Tú me fortaleces, me ayudas y me sostienes con tu diestra justa (Isaías 41:10), y es en esta promesa, que encuentro el valor para continuar, sabiendo que mi vida está segura, en tus manos.
Padre Celestial, que mi fe no sea solo para las horas de sol, sino también para los momentos de tormenta. En la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la necesidad, en la alegría y en la tristeza, que mi confianza permanezca en ti, pues yo sé que cada circunstancia es una oportunidad para ver tu mano obrando en mi vida.
Al concluir este día mi Sagrado Redentor, que mi último pensamiento sea de agradecimiento por tu fidelidad infinita. Te doy gracias, mi Salvador, porque en cada momento del día, mi corazón puede descansar seguro en la confianza de que tú lo puedes todo, por eso yo confío en ti, Señor, hoy y siempre.
Amén +
REFLEXIÓN
Hermanos en la vida de fe, confiar en el Señor es un pilar esencial que nos sostiene en todas las circunstancias, ya sean adversas o propicias. Esta confianza no es una mera aceptación pasiva de los eventos, sino una participación activa en la relación con Dios, quien nos invita a depender completamente de él. Jesús nos enseñó este principio fundamental cuando dijo: “No se inquieten por el mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le bastan sus propios problemas” (Mateo 6:34). En estas palabras, encontramos un llamado a vivir en el presente con una confianza total en Dios, sabiendo que él cuida de nosotros y de nuestras necesidades.
Al enfrentar los desafíos diarios, ya sea en el trabajo, en la familia, o en nuestras responsabilidades personales, la tentación de tomar el control y depender únicamente de nuestras propias fuerzas es grande. Sin embargo, Jesús nos recuerda que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas nos serán añadidas (Mateo 6:33). Este consejo divino no solo nos orienta hacia lo que es eternamente importante, sino que también nos asegura que nuestras preocupaciones terrenales están en manos capaces.
En nuestras interacciones con los demás, confiar en el Señor implica ver a cada persona a través de los ojos de Cristo, tratando a todos con amor, paciencia y compasión. Jesús mismo demostró este amor incondicional en su ministerio, donde tocó las vidas de los marginados, los enfermos y los pecadores. Al confiar en Dios, somos llamados a ser instrumentos de su amor y gracia, llevando luz a las oscuridades que muchos enfrentan a diario.
En momentos de duda o miedo, la fe en la providencia divina nos proporciona un ancla. Recordemos las palabras de Jesús en la barca durante la tormenta, “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?” (Marcos 4:40), esto nos desafía a mantener nuestra confianza en Dios incluso cuando las olas amenazan con volcar nuestras vidas. Es en estas pruebas donde nuestra fe puede crecer y fortalecerse, mostrándonos que no hay tempestad que Dios no pueda calmar.
Finalmente, vivir en confianza es reconocer cada día, que nuestra vida es un regalo que debe ser vivido en plena comunión con Dios. Cada noche, al reflexionar sobre los eventos del día, podemos encontrar innumerables razones para agradecer, evidencias claras de la mano de Dios obrando en nuestras vidas. En la confianza, encontramos la verdadera paz, sabiendo que, pase lo que pase, estamos en las manos del Creador, cuyo amor por nosotros es inquebrantable y eterno.
Así, la confianza en Dios no es simplemente una parte de la vida cristiana; es su corazón mismo, permitiéndonos vivir cada día con esperanza, coraje y paz, sin importar las circunstancias externas.
Que Dios los bendiga y que tengan un hermoso día.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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