ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY 22 DE JULIO – QUIERO ESCUCHARTE SEÑOR – OREMOS CON AMOR
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
Quiero escucharte, Señor, al comenzar este nuevo día bajo tu mirada amorosa. Mi corazón se abre a tu voz, buscando la sabiduría y la guía que solo tú, mi Dios, puedes ofrecer. Tú, que eres el Creador del universo y el Padre Celestial, ilumina mi mente y mi espíritu para que pueda discernir tu voluntad en cada aspecto de mi vida.
Amado Dios, en las responsabilidades que me esperan hoy, te ruego que hables a mi corazón. Que pueda reconocer tu voz en medio del bullicio y la prisa, y que cada decisión que tome sea guiada por tu sabiduría divina. Permíteme actuar con justicia y amor en todas mis tareas, reflejando tu bondad en cada acción, yo quiero escucharte, Señor, y seguir el camino que has trazado para mí.
Señor, abre mis oídos y mi corazón para escuchar tus enseñanzas de amor y compasión, y que pueda ser un instrumento de tu paz, ofreciendo consuelo y apoyo a quienes me rodean. Ayúdame a escuchar con atención y empatía, a comprender y perdonar, a amar como tú amas Padre Celestial, y en cada encuentro y conversación, que tu voz sea mi guía y mi inspiración.
Bendito Creador, yo deseo escuchar tu voz con claridad, cuando el mundo se vuelve ruidoso y mis pensamientos se llenen de preocupaciones, recuérdame que en el silencio puedo encontrar tu presencia. Te pido que llenes mi alma de tu paz y que me permitas escuchar las palabras de consuelo y esperanza que solo tú puedes dar. Yo quiero escucharte, Señor, y encontrar en ti el refugio y la fortaleza, que tanto necesito.
Salvador mío, en los momentos de alegría y de éxito, que mi corazón se eleve en gratitud hacia ti. Reconozco que todas las bendiciones provienen de tu mano generosa, por eso ayúdame a compartir mi alegría con los demás, siendo testigo de tu amor y de tu bondad, y que en cada logro y cada triunfo, pueda escuchar tu voz que me recuerda vivir con humildad y gratitud.
Al concluir este día, Padre Celestial, que pueda reflexionar sobre las veces que he escuchado tu voz y seguido tu guía. Te agradezco por tu constante compañía y tu amor inquebrantable, y quiero escucharte, Señor, hoy y siempre, para que mi vida sea un reflejo de tu voluntad y una alabanza continua a tu nombre, por eso permíteme caminar en tu luz y vivir conforme a tu palabra, por siempre.
Amén +
REFLEXIÓN
Hermanos, en nuestra vida de fe, escuchar la voz de Dios es fundamental para nuestro crecimiento espiritual y nuestra capacidad de vivir conforme a su voluntad. Jesús nos enseñó la importancia de estar atentos a su palabra y seguir sus enseñanzas cuando dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Esta relación íntima y constante con nuestro Salvador es esencial para discernir su guía en todos los aspectos de nuestra vida.
En el ajetreo de nuestras responsabilidades diarias, es fácil dejarse llevar por el ruido y la prisa, sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando más necesitamos la calma y la sabiduría que provienen de escuchar a Dios. En la carta a los Efesios, San Pablo nos recuerda: “No seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:17). Al buscar la guía de Dios en nuestras decisiones y acciones, nos aseguramos de que nuestra vida esté alineada con su propósito divino.
Al escuchar a Dios, aprendemos a ver a los demás con los ojos de Cristo, ofreciendo comprensión y perdón. Jesús siempre nos invita a amar a los demás, y para lograr esto, se requiere de una atención consciente y una disposición a escuchar no solo a Dios, sino también a aquellos que nos rodean, respondiendo con empatía y caridad.
Siempre queremos hablar con el Señor, pero la voz de Dios puede hablar con mayor claridad, cuando estamos en silencio. Es en el silencio donde muchas veces encontramos las respuestas a nuestras preguntas y la paz para nuestras inquietudes, incluso Jesús mismo, buscaba lugares solitarios para orar y escuchar al Padre (Lucas 5:16). Entonces, siguiendo su ejemplo, debemos valorar estos momentos de quietud como oportunidades para profundizar nuestra relación con Dios y fortalecer nuestra fe.
Por otra parte, la gratitud es una respuesta natural cuando reconocemos la voz de Dios en nuestras vidas. También Jesús nos enseñó a dar gracias en todo (1 Tesalonicenses 5:18), reconociendo que cada bendición proviene de su amor y generosidad. Al escuchar a Dios y agradecerle por sus dones, vivimos con un corazón lleno de humildad y gratitud, compartiendo nuestras bendiciones con los demás y dando testimonio de su bondad.
Finalmente, al reflexionar sobre nuestra jornada diaria, debemos considerar cómo hemos respondido a la voz de Dios. San Juan nos dice: “El que es de Dios, oye las palabras de Dios” (Juan 8:47). Evaluar nuestras acciones y decisiones a la luz de las enseñanzas de Cristo nos ayuda a crecer en santidad y a vivir más plenamente nuestra vocación cristiana.
Escuchar a Dios es un proceso continuo que requiere dedicación y apertura. Al pedir la gracia de escuchar su voz, nos comprometemos a vivir conforme a su voluntad, transformando nuestra vida y la de quienes nos rodean con su amor y su guía divina.
Que Dios derrame muchas bendiciones sobre ustedes, y que tengan una feliz jornada.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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