ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY 10 DE JUNIO – ACOMPÁÑAME SIEMPRE SEÑOR – OREMOS CON AMOR – EFESIOS 6:13
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
Amado Dios, al despuntar este nuevo día, me arrodillo ante tu presencia, lleno de gratitud y esperanza. Acompáñame siempre, Señor, en cada momento y en cada paso que dé, para que ilumines mi camino con tu luz divina y guíame hacia la verdad y la justicia. Padre Celestial, te pido que este día esté lleno de tu gracia y que tu amor me rodee constantemente.
Acompáñame siempre, Señor, y hazme sentir tu paz que sobrepasa todo entendimiento, en medio de las pruebas y tribulaciones, te suplico que me des la fortaleza y la sabiduría para afrontarlas con valentía. Mi Dios, tú conoces mis debilidades y mis temores, y en tu infinita misericordia, te pido que no me dejes caer en la desesperanza, que tu presencia sea mi refugio y mi consuelo en cada dificultad.
Bendito Creador, en los momentos de alegría y éxito, te doy gracias por las bendiciones que derramas sobre mí, ayúdame a ser humilde y a reconocer que todo lo bueno viene de ti. Dios mío, en cada sonrisa y en cada logro, quiero glorificar tu nombre y compartir tu amor con los demás, por favor, haz que tu espíritu me guíe para ser un testimonio vivo de tu bondad y tu generosidad.
Salvador mío, en este día, te encomiendo a mi familia y a mis seres queridos, por favor protege sus vidas y llénalos de tu bendición, que tu amor los envuelva y que tu paz reine en sus corazones. Por favor concede a cada uno de ellos la fortaleza para enfrentar sus propios desafíos y la sabiduría para tomar decisiones justas.
Amado Creador, te pido que me hagas un instrumento de tu paz y de tu amor en el mundo que me rodea, que mis palabras y acciones reflejen tu compasión y tu justicia hacia los demás, por favor dame la gracia de servir a los demás con un corazón generoso y de ser una luz en medio de la oscuridad, para que cada día de mi vida sea una oportunidad para acercarme más a ti y para llevar tu mensaje de esperanza a quienes me rodean.
Finalmente, mi Dios, te entrego este día con confianza y fe, te pido nuevamente que me acompañes siempre, Señor, y no permitas que me aparte de tu lado para que no extravíe mi camino. Amado Dios, en cada momento de este día, quiero sentir tu presencia y tu guía, que tu amor y tu gracia me sostengan siempre, y que mi vida sea un reflejo de tu gloria y tu misericordia, por siempre.
Amén +
REFLEXIÓN
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos encontramos para meditar sobre la importancia de invitar a nuestro Señor a acompañarnos en cada momento de nuestras vidas. En nuestra jornada diaria, llena de desafíos y bendiciones, es esencial recordar las palabras del Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace descansar, junto a aguas de reposo me conduce” (Salmo 23:1-2). Estas palabras nos reconfortan y nos aseguran que, cuando permitimos que Dios guíe nuestros pasos, encontramos paz y provisión en su presencia.
La compañía de Dios no solo nos proporciona consuelo, sino también fortaleza. En Isaías 41:10, Dios nos dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Esta promesa divina es un recordatorio constante de que no estamos solos en nuestras dificultades, pues nuestro Padre Celestial está con nosotros, fortaleciéndonos y sustentándonos con su poder y justicia.
Además, la presencia constante de Dios en nuestra vida nos llama a la humildad y gratitud. En Santiago 1:17, se nos recuerda: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de variación”. De esta manera, reconocer que todas las bendiciones que recibimos provienen de Dios nos ayuda a mantener un corazón agradecido y a vivir con humildad, sabiendo que somos instrumentos de su amor y gracia en el mundo.
Hermanos, nuestra fe también nos impulsa a confiar en Dios en los momentos de alegría y éxito. En Filipenses 4:4, San Pablo nos exhorta: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Por eso, al celebrar nuestras victorias y alegrías, debemos dar gloria a Dios y compartir su amor con aquellos que nos rodean, siendo testigos vivos de su bondad y generosidad.
Asimismo, la protección divina sobre nuestras familias y seres queridos es una petición constante en nuestras oraciones. En Proverbios 3:5-6, encontramos: “Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas”. Al encomendar a nuestros seres queridos a Dios, confiamos en su infinita sabiduría y amor para guiarlos y protegerlos en todos sus caminos.
Finalmente, nuestra misión como cristianos es ser instrumentos de paz y amor en el mundo. Jesús nos dice en Mateo 5:14-16: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Al vivir de acuerdo con esta enseñanza, permitimos que la luz de Cristo brille a través de nosotros, llevando esperanza y consuelo a todos los rincones de nuestra sociedad.
Hermanos y hermanas, que cada día de nuestra vida sea una oportunidad para caminar junto a nuestro Señor, confiando en su guía y viviendo para su gloria y que su amor y su gracia nos sostengan siempre, y que nuestras vidas reflejen su luz y su paz.
Que Dios los bendiga y que tengan un buen día.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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