ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY 25 DE JULIO – TE ALABO SEÑOR– OREMOS CON AMOR
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
Amado Dios, en esta hermosa mañana, elevo mi corazón hacia ti, lleno de gratitud y admiración por todas las bendiciones que derramas sobre nosotros. Bendito Creador, desde el amanecer hasta el anochecer, te alabo Señor, porque tu amor y tu misericordia son infinitas, gracias por el don de la vida, por la belleza de la creación y por tu presencia constante que nos guía y nos sostiene.
Señor, en tu infinita bondad, nos has dado el regalo de un nuevo día, una nueva oportunidad para servirte y amarte con todo nuestro ser. Yo te alabo porque en cada detalle de la naturaleza veo tu mano poderosa y amorosa. En cada susurro del viento y en cada rayo de sol, siento tu cercanía y tu paz, por eso deseo que este día sea una alabanza continua a tu nombre santo.
Bendito Creador, en la quietud de esta mañana, mi alma se regocija en tu presencia, por eso te alabo por tu fidelidad y por nunca abandonarnos incluso en los momentos más difíciles por los que pasamos. Padre Celestial, en tu compasión encontramos refugio y en tu amor incondicional, fuerza para seguir adelante; que cada latido de mi corazón sea un canto de alabanza a ti, que me has amado con un amor eterno.
Señor, en este día que comienza, te pido que nos llenes de tu Espíritu Santo, para que podamos vivir en santidad y en justicia. Yo te alabo por la gracia que nos concedes para superar las pruebas y por la esperanza que infundes en nuestras vidas, que nuestras acciones reflejen tu amor y que nuestras palabras sean un eco de tu verdad. Salvador mío, te ofrezco todo lo que soy y todo lo que tengo, como un acto de alabanza y adoración.
Padre Celestial, en tu infinita sabiduría, conoces las intenciones de nuestros corazones y las necesidades de nuestras almas. Te alabo porque eres nuestro guía, nuestro protector y nuestra luz en la oscuridad, en tus manos coloco mis sueños y mis preocupaciones, confiando en tu providencia y en tu bondad, para que este día sea un testimonio de tu gloria y de tu poder.
Para terminar, bendito Creador, te agradezco por la oportunidad de comenzar este día en tu presencia Señor, te alabo porque eres digno de toda alabanza, honor y gloria. Padre Celestial, que nuestra vida sea un reflejo de tu amor y que cada día crezcamos más en la fe y en la devoción a ti, Y que tu nombre sea exaltado en cada rincón de la tierra y que tu reino venga y esté con nosotros, por siempre.
Amén +
REFLEXIÓN
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos reunimos para reflexionar sobre la alabanza a nuestro Señor, una práctica que nos conecta profundamente con la divinidad y nos llena de gozo espiritual. En cada amanecer, tenemos una nueva oportunidad para alabar a Dios y agradecerle por su infinita bondad y misericordia. Jesús nos enseña la importancia de la gratitud y la alabanza cuando dice: “Yo soy la vid, vosotros son las ramas; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Reconocer nuestra dependencia de Dios y alabarlo por su constante provisión es esencial para nuestra vida de fe.
La creación misma es un testimonio de la grandeza de Dios, en cada detalle de la naturaleza, desde el más pequeño grano de arena hasta el vasto firmamento, vemos la mano del Creador. El Salmo 19:1 nos recuerda: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”, por eso alabar a Dios por su creación es reconocer su poder y su amor incondicional que se manifiestan en todo lo que nos rodea.
Por otro lado, en momentos de prueba y tribulación, es fundamental mantener la alabanza en nuestros corazones, ya que la alabanza a Dios, incluso en los tiempos difíciles, fortalece nuestra fe y nos recuerda que el Señor está con nosotros siempre, guiándonos y sosteniéndonos con su amor eterno.
Hermanos, alabar a Dios también implica vivir según sus enseñanzas y reflejar su amor en nuestras acciones diarias. Jesús nos llama a ser luz del mundo y sal de la tierra, esto significa que nuestras vidas deben ser un testimonio vivo de la bondad y de la misericordia de Dios. Cada acto de amor, cada palabra de consuelo, cada gesto de solidaridad, son formas de alabar a Dios y de manifestar su reino en el mundo.
La alabanza sincera transforma nuestros corazones y nos acerca más a Dios, por ejemplo, en la carta a los Efesios, San Pablo escribe: No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón. (Efesios 5:18-19). Alabar a Dios con todo nuestro ser nos llena de su Espíritu y nos capacita para enfrentar cualquier desafío con valentía y fe.
Finalmente, recordemos que la alabanza a Dios no se limita a palabras y cantos, sino que se refleja en nuestra vida entera, como nos enseña Jesús, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Que nuestra alabanza entonces sea constante y que en cada acción y pensamiento busquemos glorificar a nuestro Padre Celestial y que su nombre sea siempre exaltado y que su amor sea conocido en cada rincón de la tierra y sobre todo, por nosotros.
Que Dios los bendiga y que tengan un buen día.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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