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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.

Amado Dios, al comenzar este nuevo día, llego ante ti, rogándote que me otorgues la felicidad que tanto anhelo en mi vida. Sé que tú eres la fuente de toda alegría y paz, por eso te pido, Señor, que derrames tu amor y bendiciones sobre mí, y que pueda sentir tu presencia en cada momento, guiándome hacia una vida plena y llena de dicha.

Padre Celestial, en tu infinita bondad, me has creado para vivir en comunión contigo y experimentar la verdadera felicidad que solo tú puedes ofrecer, por ello, te suplico que me concedas la gracia de encontrar alegría en mis actividades diarias y en mis relaciones con los demás. Te pido, mi Dios, que me ayudes a reconocer y valorar las bendiciones que me has dado, y que mi corazón se llene de gratitud y gozo por tu generosidad.

Bendito Creador, en un mundo lleno de dificultades y pruebas, necesito tu ayuda para mantenerme firme en la fe y buscar siempre la felicidad en ti. Así mismo, te pido que me des la fortaleza y el discernimiento para superar los obstáculos que encuentro en mi camino, con la confianza, en que tú me sostendrás y guiarás hacia la plenitud. Que mis acciones reflejen tu amor y bondad, y que pueda ser instrumento de paz y alegría para quienes me rodean.

Salvador mío, te ruego que sanes mis heridas y llenes mi corazón de tu paz y alegría. En momentos de tristeza y desánimo, ayúdame a recordar que en ti encuentro el consuelo y la esperanza que necesito, por eso, te pido que me envíes tu Espíritu Santo para renovar mis fuerzas y llenar mi vida de la felicidad que tanto deseo, para que pueda vivir cada día con la certeza de que tú estás conmigo, amándome y cuidándome.

Dios mío, te agradezco por todas las bendiciones que has derramado sobre mi vida y por las innumerables formas en que me muestras tu amor. Te pido que continúes guiándome y protegiéndome, y que me concedas la felicidad que anhelo para mí y mi familia. Que mi vida sea un testimonio de tu bondad y misericordia, y que pueda compartir la alegría de conocerte con los demás, así mismo, te ruego que me des un corazón lleno de esperanza y confianza en tus promesas.

Amado Creador, en esta mañana te entrego todas mis preocupaciones y deseos, teniendo fe, en que tú me darás la felicidad que busco, y a lo largo de este día, te pido que tu presencia me acompañe en cada momento y que pueda sentir tu amor y tu paz en mi vida. Señor, que mi fe en ti se renueve y se fortalezca continuamente, permitiéndome vivir con la certeza de que en ti encuentro la verdadera felicidad que tanto necesito.

Amén +

REFLEXIÓN

Queridos hermanos y hermanas, al iniciar este nuevo día, es esencial que recordemos que la verdadera felicidad proviene de nuestra relación con Dios, pues Él es la fuente de toda alegría y paz, y solo en Él podemos encontrar la plenitud que nuestros corazones anhelan. Como nos dice el Salmo 16:11, “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”, verdad que nos invita a buscar constantemente la presencia de Dios en nuestras vidas para experimentar Su alegría completa.

Hermanos, nuestro Padre Celestial nos ha creado para vivir en comunión con Él, y en esa comunión encontramos la verdadera felicidad, por eso cada día, debemos pedirle a Dios que nos llene de Su gracia y que nos ayude a encontrar gozo en nuestras actividades diarias y en nuestras relaciones con los demás. En Filipenses 4:4, San Pablo nos exhorta: ^“Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!”. Esta llamada a la alegría en el Señor debe resonar en nuestros corazones y guiarnos en nuestro caminar diario.

Amigos míos, el camino hacia la felicidad no está exento de dificultades y pruebas, realmente es difícil para todos, pero podemos confiar en que Dios nos sostiene y nos guía. En medio de las adversidades, debemos mantenernos firmes en la fe y buscar siempre la felicidad en Dios, pues nuestra fe nos proporciona la fortaleza y el discernimiento necesarios para superar los obstáculos, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino. Al vivir con esta confianza, nuestras acciones reflejan el amor y la bondad de Dios, convirtiéndonos en instrumentos de paz y alegría para los demás.

En momentos de tristeza y desánimo, es fundamental recordar que en Dios encontramos el consuelo y la esperanza que necesitamos. Jesús nos ofrece Su paz y nos invita a descansar en Él cuando estamos agobiados y nos recuerda que siempre podemos acudir a él en busca de renovación y fortaleza.

Debemos entonces, ser agradecidos por todas las bendiciones que Dios ha derramado sobre nuestras vidas, y reconocer las innumerables formas en que Dios nos muestra Su amor, y nos llena de gratitud y alegría. Y es que al vivir con un corazón lleno de gratitud, nos acercamos más a Dios y experimentamos Su bondad y misericordia de manera más profunda, por eso compartir esta alegría con los demás se convierte en una forma de testimoniar la grandeza de Dios en nuestras vidas.

Finalmente, hermanos y hermanas, la invitación es para que vivamos cada día con la certeza de que en Dios encontramos la verdadera felicidad. Que Su presencia nos acompañe en cada momento, llenando nuestros corazones de paz y alegría y que nuestra fe en Dios se renueve y se fortalezca continuamente, permitiéndonos vivir con la seguridad de que en Él hallamos la plenitud de la vida. 

Que tengan un buen día y que el Señor los llene de felicidad.

Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.