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ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY 26 DE JULIO – VEN A MI VIDA DIOS MÍO – OREMOS CON AMOR

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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.

Amado Dios, en esta mañana luminosa, elevo mi corazón hacia ti con una profunda necesidad de tu presencia y en este nuevo día, te ruego con humildad y fervor: Ven a mi vida, Dios mío, y llena cada rincón de mi ser con tu amor y tu gracia, pues sin ti, mi camino es incierto, pero contigo a mi lado, cada paso está iluminado por tu luz divina.

Padre Celestial, te imploro que envíes tu Espíritu Santo para que me guíe y me fortalezca en todas mis acciones, ya que te necesito en cada momento, en cada decisión y en cada pensamiento. Amado Dios, ven a mi vida y transforma mis preocupaciones en confianza, mis miedos en valentía y mis dudas en fe, y que tu presencia sea mi refugio y mi fortaleza.

Bendito Creador, en medio de las pruebas y tribulaciones, te busco con todo mi corazón, y en tus manos pongo mis anhelos y mis cargas, confiando plenamente en tu bondad infinita. Ven a mi vida, Dios mío, y renueva mi espíritu con tu paz que sobrepasa todo entendimiento y que tu amor, me envuelva y me guíe hacia la plenitud de tu voluntad.

Amado Dios, en esta mañana te doy gracias por todas las bendiciones que has derramado sobre mí. Yo te alabo por tu misericordia y por tu fidelidad que nunca falla, pues en tu presencia encuentro la fuerza para enfrentar cada desafío y la alegría para celebrar cada victoria. Señor, que cada día sea una oportunidad para acercarme más a ti y para vivir de acuerdo a tus mandamientos.

Bendito Creador, en tu sabiduría infinita, conoces los deseos más profundos de mi corazón, por eso te pido que me moldees conforme a tu imagen y que me ayudes a ser un reflejo de tu amor en el mundo. Te ruego, ven a mi vida y hazme un instrumento de tu paz, para que en cada encuentro y en cada palabra pueda llevar consuelo y esperanza a quienes me rodean.

Finalmente, Salvador mío, te pido que nunca te apartes de mi lado, yo en esta mañana te entrego todo lo que soy y todo lo que tengo, confiando en que tú harás de mí una nueva persona, más amorosa, piadosa y trabajadora.

Ven a mi vida, Dios mío, y haz que tu presencia sea siempre mi guía y mi consuelo por siempre.

Amén +

REFLEXIÓN

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

En esta mañana, nos reunimos para meditar sobre la importancia de invitar a Dios a nuestras vidas, a dejarlo entrar, pues cuando abrimos nuestro corazón al Señor, permitimos que su gracia y su amor transformen cada aspecto de nuestra existencia. Jesús nos enseña en el Evangelio de Juan: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Estas palabras nos recuerdan que Dios está siempre dispuesto a entrar en nuestras vidas si le damos la bienvenida con fe y humildad.

La presencia de Dios en nuestras vidas nos llena de paz y fortaleza. En momentos de incertidumbre y dificultad, es crucial recordar que Jesús nos asegura que nunca estamos solos, que nuestro Padre Celestial siempre está con nosotros, brindándonos su amor y su apoyo constante.

Al invitar a Dios a nuestras vidas, también nos comprometemos a seguir sus enseñanzas y a vivir según su voluntad. Jesucristo nos llama a ser discípulos verdaderos, diciendo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24). Esta invitación es un llamado a la entrega total, a vivir con humildad y a confiar plenamente en el plan divino, sabiendo que, a través de nuestra fe, encontramos la verdadera libertad y alegría.

La presencia de Dios es capaz de transformar nuestras preocupaciones en confianza, en sus manos, nuestras cargas se vuelven más ligeras y nuestras almas encuentran descanso. Al buscar su presencia, encontramos la paz que sobrepasa todo entendimiento, una paz que nos sostiene y nos guía en cada paso que damos.

Cuando permitimos que Dios entre en nuestras vidas, también nos convertimos en instrumentos de su amor y su paz en el mundo, Jesús mismo nos invita a ser luz del mundo y sal de la tierra (Mateo 5:13-14). Esto significa que nuestras acciones y nuestras palabras deben reflejar el amor de Dios, llevando consuelo y esperanza a quienes nos rodean, dando a los demás, palabras realmente de apoyo, de positivismo, de alegría, para así como comunidad, podamos dejar el pesimismo de lado y avancemos todos juntos.

Finalmente mis hermanos, mantener a Dios en nuestras vidas requiere una entrega constante y una relación diaria con él, por eso que nuestra oración diaria sea una invitación continua a Dios para que habite en nuestros corazones y para guíe nuestras vidas. Entonces, que su presencia nos fortalezca y nos inspire a vivir con fe, amor y esperanza, siendo siempre testigos de su santa gloria.

Espero que tengan un extraordinario día y que Dios los bendiga siempre.

Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

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