Compartir video en WhatsApp

https://www.facebook.com/YocreoenDiosI

En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.

Hazme feliz, mi Dios, al comenzar este nuevo día que me has concedido, tú, que eres el Creador del universo y la fuente de toda alegría, infunde en mi corazón la paz y la felicidad que solo de ti proviene y que tu presencia ilumine cada momento de este día, llenándome de tu amor y de tu gracia.

Hazme feliz, mi Dios, al encontrar en mi trabajo una oportunidad para servirte y servir a los demás, reflejando tu bondad en cada acción y decisión que tome, y en las tareas y desafíos que enfrentaré hoy, Padre Celestial, te pido que me des la sabiduría y la fortaleza para cumplir con mis responsabilidades de manera justa y compasiva.

En mis relaciones con familiares y amigos, Señor, ayúdame a ser un canal de tu amor y misericordia, que pueda ofrecer apoyo, comprensión y alegría a aquellos que me rodean, construyendo lazos de amor y confianza que reflejen tu amor incondicional. Bendice a mis seres queridos, amado Dios, y haz que nuestras vidas estén siempre en armonía con tu santa voluntad.

Hazme feliz, mi Dios, llenándome de la seguridad de tu amor eterno y tu constante presencia en mi vida, y en los momentos de soledad y reflexión, bendito Creador, permite que tu Espíritu Santo sea mi consuelo y guía, y cuando las preocupaciones y los miedos intenten apoderarse de mi corazón, recuérdame tu promesa de estar siempre conmigo.

Bendito Salvador mío, que mi felicidad no dependa de las circunstancias externas, sino de la profunda relación que tengo contigo, ayúdame a encontrar gozo en la oración, en la meditación de tu Palabra y en la participación en los sacramentos, y que cada día sea una oportunidad para crecer en santidad y en la alegría de saberme amado por ti.

Mi Dios, al concluir este día, que mi corazón esté lleno de gratitud por todas las bendiciones recibidas y por la felicidad que he encontrado en tu amor. Que pueda descansar con la paz de saber que he vivido este día en tu presencia, y que mi último pensamiento antes de dormir sea un canto de alabanza a ti, mi Dios y mi todo.

Hazme feliz, mi Dios, hoy y siempre, para que mi vida sea un reflejo constante de tu alegría y tu paz, y para que pueda seguir disfrutando de las bellas cosas que me das a diario y de las que necesito.

Amén +

REFLEXIÓN

Hermanos, en la vida de un cristiano, buscar la verdadera felicidad es mucho más que una simple búsqueda de placer o satisfacción personal, es un viaje profundo hacia una relación íntima y constante con Dios. Mateo en el capítulo cinco versículo cuatro, nos recuerda cómo Jesús nos enseñó que la verdadera felicidad se encuentra en el amor y la presencia de Dios. “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4). Esta bienaventuranza nos recuerda que, incluso en los momentos de dolor y dificultad, podemos encontrar consuelo y felicidad en Dios.

En nuestro trabajo diario y en los desafíos que enfrentamos, estamos llamados a ver cada tarea como una oportunidad para servir a Dios y a los demás. San Pablo nos exhorta en Colosenses: “Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Y es que al ofrecer nuestro trabajo a Dios, encontramos una alegría que trasciende las circunstancias externas y nos llena de propósito y satisfacción.

Las relaciones interpersonales son otro aspecto crucial donde la búsqueda de la felicidad se hace tangible. Jesús nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39), un amor que se refleja en el apoyo, la comprensión y la alegría compartida con aquellos que nos rodean. Al actuar con amor y misericordia en nuestras relaciones, no solo contribuimos a la felicidad de los demás, sino que también encontramos una profunda satisfacción en vivir de acuerdo con los mandamientos de Cristo.

En los momentos de soledad y reflexión, nuestra fe en la presencia constante de Dios se convierte en una fuente inagotable de felicidad. Jesús nos prometió: “Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Esta promesa nos asegura que, sin importar cuán solos nos sintamos, sabremos que nunca estamos verdaderamente solos.

La verdadera felicidad también se encuentra en nuestra vida espiritual, en la oración y en la meditación de la Palabra de Dios. Jesús dijo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” (Juan 15:7). Esta relación constante con Dios a través de la oración y la meditación nos llena de una alegría profunda y duradera, una felicidad que no depende de lo que ocurre a nuestro alrededor, sino de la certeza de ser amados por Dios.

Finalmente, vivir cada día con gratitud y reconocer las bendiciones que hemos recibido nos ayuda a cultivar una actitud de alegría y felicidad. San Pablo nos dice: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18). De esa manera, la gratitud transforma nuestra perspectiva y nos permite ver la mano de Dios en todos los aspectos de nuestra vida.

Finalmente, al buscar la verdadera felicidad en Dios, descubrimos que no se trata de una emoción pasajera, sino de una profunda y duradera alegría que proviene de vivir en comunión con nuestro Creador y Salvador, esta es realmente la felicidad que transforma nuestras vidas y nos permite ser testigos de la bondad y el amor de Dios en el mundo y con nosotros.

Que Dios los bendiga y que este día sea de mucha felicidad para todos. 

Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.