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ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY JUEVES 23 DE MAYO DE 2024 – FILIPENSES 4:6

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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.

En el amanecer de este día, elevo mi corazón en gratitud hacia ti, Señor, reconociendo cada destello de sol como un saludo tuyo, un recordatorio de tu incesante presencia en mi vida. Tu amor, a menudo me abruma, me hace cuestionar mi merecimiento. Sin embargo, a través de la esplendorosa naturaleza de tu creación, encuentro mi respuesta: soy un reflejo de tu obra, imperfecto ante la humanidad, pero perfectamente diseñado para cumplir mi propósito en esta vida.

Con esta humilde plegaria, te doy los buenos días, agradeciéndote profundamente por el regalo de la existencia; por despertar con salud, vigorizado y con el deseo de explorar nuevos horizontes que me acerquen más a ti. Te agradezco, Padre Celestial, por el sustento diario, por las oportunidades de trabajo y prosperidad económica que me permiten sobrellevar las adversidades sin desfallecer, pues cada bendición tuya es un testimonio de tu infinita bondad.

Mi Dios, mi corazón bajo tu guía, va encontrando su camino de vuelta a un equilibrio espiritual. Gracias por el descanso reparador que me ofreces, permitiendo que mi mente y cuerpo se rejuvenezcan para enfrentar con optimismo lo que este nuevo día traiga.

Bendito seas, Señor, por el círculo de seres queridos que iluminan mis días, te suplico, que veles por ellos, por su bienestar físico y emocional, por sus planes y deseos, para que siempre se alineen con tu divina voluntad, y para que siempre estén cerca de mí, física o espiritualmente.

Padre, en este día anhelo profundizar en mi atención hacia las lecciones que nos impartes, cultivando un corazón que te valore, que te ame, y se enriquezca con mucha sabiduría para tomar decisiones que bendigan mi vida y la de aquellos a mi alrededor, por eso te imploro siempre que me des los dones del Espíritu Santo, para que guíen mi transformación continua hacia lo positivo, mejorando mi relación contigo y con mis hermanos.

Amado Creador, hoy consagro ante ti mi existencia entera, mis preocupaciones, mis desafíos, mis sueños y metas, y confío en tu voluntad omnisciente para que, si lo consideras adecuado, me concedas lo que mi corazón ansía.

Señor, te prometo que no dejaré que este día avance sin exaltar tu santo nombre, proclamando tu gloria eterna, pues no existe ni existirá, una fuerza capaz de apartarnos de tu generosa bondad, pues tú eres el único Dios, poderoso y omnipotente. Que mi alabanza te sea tan placentera como un suave perfume a tus pies, celebrando la belleza que emana de cada una de tus creaciones.

Mi Dios, en esta radiante jornada, dedico mi vida a tus promesas, mis planes a tu providencia divina, y mis acciones a tu perfecta voluntad. Por favor, camina a mi lado Padre amado, infundiéndome la certeza de actuar correctamente, con respeto y comprensión hacia los demás y liberándome del individualismo y del materialismo, para favorecer un mundo mejor, en donde pueda pensar de verdad, no solo en mi bienestar, sino en el de los demás también.

Todo esto te lo pido en el sagrado nombre de nuestro fiel amigo y salvador, Jesús de Nazaret.

AMÉN +

REFLEXIÓN

Hermanos, dar gracias a Dios es reconocer y apreciar la inmensidad de un amor y una providencia que nos envuelven constantemente, incluso en los detalles más mínimos de nuestra existencia. Esta acción de gratitud se fundamenta en el reconocimiento de que cada respiración, cada amanecer, y cada momento de nuestra vida no son meras casualidades, sino expresiones palpables de la gracia divina.

El fundamento para dar gracias a Dios se ancla profundamente en la comprensión de que, a pesar de nuestras imperfecciones y fallos, somos objeto de un amor incondicional que busca nuestro bienestar y nuestra felicidad. Esta gratitud nace del asombro ante la belleza y la complejidad del mundo que nos rodea, un mundo que, a pesar de sus imperfecciones, ofrece infinitas posibilidades de encontrar gozo, belleza y trascendencia.

Además, expresar gratitud hacia Dios nos abre a una dimensión más profunda de nuestra existencia, donde empezamos a ver nuestra vida no como una serie de eventos aislados, sino como parte de un tejido más amplio, tejido con hilos de amor, propósito y conexión.

Dar gracias a Dios también tiene el poder de transformar nuestra percepción de las adversidades. En lugar de ver los desafíos y las dificultades únicamente como obstáculos, la gratitud nos permite percibirlos como oportunidades para el crecimiento personal, la fortaleza espiritual y la profundización de nuestra fe. Esta perspectiva no minimiza el dolor o la lucha, sino que nos ofrece una forma de enfrentar las tormentas de la vida con esperanza y confianza en que, incluso en medio del sufrimiento, Dios está trabajando para nuestro bien.

Hermanos, el reconocimiento de las bendiciones de Dios y el seguir dándole gracias, nos llevará a vivir con una profunda alegría y generosidad, buscando devolver, de alguna manera, la abundancia que hemos recibido.

Por eso, esta reflexión es un recordatorio para todos de que cada instante, estamos inmersos en un océano de gracia, invitados a despertar a la maravilla de nuestra propia vida y a participar activamente en el despliegue del amor divino en el mundo.

Que tengan un día genial y bendecido.

Hermanos, para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

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