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ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY LUNES 13 MAYO – ACOMPÁÑAME SEÑOR

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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.

Acompáñame Señor, en este amanecer, mientras inicio mi día bajo el abrigo de tu amor y gracia. Tú, que eres el Creador del universo y autor de cada día, ilumina mi camino con tu sabiduría y guíame en cada decisión y haz que mis palabras y acciones reflejen tu bondad y amor, y que en todo momento, mi corazón busque servirte y glorificarte.

Padre Celestial, en las tareas y responsabilidades que este día me depare, te pido que seas mi fortaleza y mi inspiración. En el trabajo, en el estudio, en el hogar, que tu Espíritu Santo sea mi guía constante, ayudándome a actuar con integridad y compasión. Acompáñame Señor, en cada momento, para que pueda ser un reflejo de tu paciencia y tu misericordia hacia los demás.

En mis relaciones familiares y amistades, imploro tu presencia sanadora y unificadora. Repara por favor los lazos que puedan estar dañados y fortalece aquellos que sostienen y enriquecen nuestras vidas. Hazme instrumento de tu paz, que pueda llevar consuelo donde haya dolor y esperanza donde habite la desesperación, y siempre acompáñame Señor, para que mi vida sea un testimonio de tu amor incondicional y de tu protección.

Dios mío, en momentos de soledad o dificultad, cuando las pruebas de la vida amenacen con desalentarme, te pido que seas mi consuelo y mi escudo, que pueda sentir tu presencia cercana, recordándome que nunca estoy solo, pues tú, mi Dios y Salvador, estás conmigo en cada paso del camino y yo confiaré en tu promesa de nunca abandonarme, y buscaré tu sabiduría y tu paz, para enfrentar cualquier desafío que se presente en mi camino.

Acompáñame Señor, en mi crecimiento espiritual y personal, nutre mi alma con tu palabra y fortalece mi fe a través de la oración y la meditación, para que mi vida sea como un jardín que florece bajo tu cuidado, mostrando la belleza de tu creación a todos los que me rodean, por eso inspírame a buscar siempre tu rostro, a crecer en gracia y en el conocimiento de tu amor.

Señor, al final de este día, cuando el sol se ponga y llegue el momento de descansar, que sepa que tu mano estuvo sobre mí en cada momento, guiándome y protegiéndome de todo mal y peligro. Te ruego que me acompañes Señor, para terminar este día con un corazón lleno de gratitud y paz, sabiendo que en cada momento fui custodiado y amado por ti, porque me amas y quieres lo mejor para mí.

Amén +

REFLEXIÓN

Hermanos en nuestra jornada diaria, la presencia de Dios se manifiesta no solo en los momentos de quietud y oración, sino en cada aspecto de nuestras vidas, pues nos encontramos a menudo buscando orientación y compañía en nuestras tareas, relaciones y desafíos y es aquí donde la invitación de Jesús resuena con profunda relevancia: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esta invitación nos recuerda que, en medio de nuestras ocupaciones y preocupaciones, Jesús se ofrece como fuente de nuestra fortaleza y nuestro refugio.

Cada día trae consigo su propio conjunto de retos y decisiones, y en nuestro trabajo, en nuestros estudios o en el manejo de nuestro hogar, buscamos actuar con integridad y propósito, sin embargo, Jesús nos enseña que no debemos hacerlo solos, pues él prometió estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Esta promesa debería inspirarnos a confiar en que, al invitar a Jesús a acompañarnos, él guiará nuestros pasos y decisiones con su sabiduría y amor.

Las relaciones son a menudo el terreno en el que más claramente se ve la necesidad de la gracia divina. Jesús también nos mostró, a través de sus interacciones, cómo el amor, la paciencia y el perdón pueden transformar corazones y restaurar relaciones. Él nos llamó a amar a los demás como él nos ha amado (Juan 13:34), un amor que no busca su propio beneficio, sino el bien del otro y en este mandamiento, encontramos la clave para construir y mantener relaciones saludables y enriquecedoras con los demás.

En los momentos de soledad o desafío, Jesús no solo ofrece consuelo, sino también una presencia constante que alivia nuestros temores y fortalece nuestro espíritu. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1), dijo Jesús a sus discípulos en un momento de incertidumbre. Sus palabras siguen siendo un bálsamo para nosotros hoy, recordándonos que, en él, encontramos la paz verdadera y la certeza de que no estamos solos.

Finalmente, nuestro crecimiento espiritual y personal es un viaje que nunca debemos hacer solos, ya que Jesús es nuestro guía y maestro, quien no solo nos enseña, sino que también nos acompaña. En él, encontramos el ejemplo perfecto de cómo vivir una vida que refleje el amor y la justicia de Dios. Al final de cada día, mirar hacia atrás y reconocer su presencia en cada momento debería llenarnos de gratitud y paz, sabiendo que cada paso fue guiado por su mano amorosa.

Así, en cada aspecto de nuestra vida, Jesús se ofrece a acompañarnos, guiarnos y enriquecernos con su amor y sabiduría. Aceptar esta oferta es entrar en una relación más profunda y significativa con el Salvador que prometió nunca dejarnos ni desampararnos.

Que el Señor los bendiga y que pasen un excelente día.  

Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

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