ORACIÓN DE LA MAÑANA DE HOY VIERNES 24 DE MAYO DE 2024 – SALMOS 16:5
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En el nombre del Padre y del hijo y del espíritu Santo, amén.
Muy buenos días Padre celestial, por favor acompáñame en este nuevo día que se despliega ante mí, lleno de misterios y posibilidades. Al abrir mis ojos a la luz del alba, mi corazón se llena de gratitud por el regalo de la vida, por la oportunidad de experimentar un nuevo comienzo, por la belleza que se esconde en lo cotidiano y por la bendición de poder caminar otro día bajo tu guía y tu protección.
Te pido, Padre amado, que me envuelvas con tu presencia reconfortante y me guíes en cada decisión y acción que emprenda. Que tu sabiduría sea la luz que ilumine mi camino y tu amor el motor que impulse cada uno de mis pasos. Ayúdame a ver el mundo a través de tus ojos, a reconocer tu divinidad en cada persona que encuentre y en cada situación que viva.
En este día Señor, te suplico que me ayudes a ser un reflejo de tu amor y compasión. Que mis palabras sean un bálsamo para los que sufren, que mis acciones sean un reflejo de tu bondad infinita y que mi vida sea un testimonio vivo de tu misericordia y tu gracia. Que pueda yo ser instrumento de paz en medio del caos, luz en la oscuridad y esperanza en la desesperación.
Mi Dios, concédeme por favor la fortaleza para enfrentar los desafíos del día con valentía y serenidad, recordándome siempre que no estoy solo, pues tú caminas todo el tiempo a mi lado. Que pueda yo abrazar con fe cada prueba, sabiendo que cada dificultad es una oportunidad para crecer en virtud y en amor, y en los momentos de debilidad, te pido que me sostengas con tu poderosa mano y me recuerdes la grandeza de tu fidelidad.
Enséñame a ser paciente y comprensivo Señor, a perdonar con generosidad y a amar sin condiciones. Que pueda yo ser un canal de tu gracia, extendiendo mis manos en servicio a los demás, especialmente a aquellos que se encuentran marginados, solos y desesperados. Hazme sensible a las necesidades de mi prójimo y dispuesto a compartir lo que tengo, reconociendo que todo lo que soy y todo lo que poseo, es un regalo de tu generosidad.
Que este día sea una ofrenda de amor y gratitud hacia ti, Señor. Que cada pensamiento, palabra y obra sean un eco de tu voluntad divina. Ayúdame a recordar que cada instante es una oportunidad para glorificar tu nombre y para contribuir al bienestar de mi comunidad y del mundo entero.
Padre, en ti confío plenamente, sabiendo que cuidas de mí y de todos tus hijos con un amor que supera toda comprensión. Guíame en el sendero de la justicia, ayúdame a actuar con integridad y a vivir una vida que refleje tu santidad. Que pueda yo, al final de este día, mirar hacia atrás y ver en cada momento una huella de tu amor y tu guía.
Te agradezco Padre, por escucharme, por tu paciencia infinita y tu inagotable misericordia. Que tu bendición me acompañe en cada instante, y que tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, guarde mi corazón y mi mente en Cristo Jesús.
Con humildad y esperanza, deposito este día en tus manos, confiando en tu providencia y en tu plan perfecto para mi vida. Que se haga tu voluntad, aquí en la tierra como en el cielo, y que pueda yo contribuir a la construcción de tu reino de amor, justicia y paz.
Amén +
REFLEXIÓN
Hermanos, esta plegaria nos invita a iniciar cada día con un corazón lleno de fe y confianza en la presencia y guía divinas. Esta reflexión nos lleva a un viaje íntimo de introspección, reconociendo la importancia de la gratitud, la compasión, y la esperanza en nuestra vida diaria. Nos recuerda que no estamos solos en nuestros desafíos y alegrías, que cada instante es una oportunidad para crecer espiritualmente y para ser reflejos del amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.
Queridos amigos, la invitación a ver el mundo a través de los ojos del Padre es un llamado a practicar la empatía y el amor incondicional hacia nuestro prójimo, reconociendo la divinidad en cada persona y en cada situación que enfrentamos. Esta plegaria nos alienta a ser instrumentos de paz y portadores de luz en los momentos de oscuridad, a extender nuestras manos en servicio desinteresado, reflejando así la bondad infinita de nuestro Creador.
En su esencia, esta oración es un recordatorio de nuestra dependencia de la gracia divina. Nos enseña que la verdadera fortaleza se encuentra en la vulnerabilidad de abrir nuestro corazón a Dios, permitiéndole moldear nuestra vida según su voluntad. Es un llamado a vivir con integridad, buscando siempre el bien mayor, no solo para nosotros mismos sino para toda la humanidad.
Terminamos nuestra oración con una expresión de profunda confianza en la providencia de Dios, depositando en sus manos nuestro día, nuestras esperanzas y temores. Es una afirmación de fe que, independientemente de los desafíos que enfrentemos, la voluntad divina es perfecta y está guiada por un amor que supera toda comprensión.
Hermanos, la plegaria de hoy no es solo una oración de petición, sino también de compromiso: un compromiso de vivir cada día con propósito, de ser agentes de cambio positivo en el mundo, y de contribuir a la construcción de un reino de amor, justicia y paz. Por eso los invito a que vivamos en constante comunión con nuestro Padre Celestial, descubriendo en cada momento la profundidad de su amor y la riqueza de su gracia en nuestras vidas.
Que Dios los bendiga.
Hermanos para terminar nuestra oración de hoy, hagamos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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